Una vez en el avión, lo mejor fue el aterrizaje en Niza. Salimos de Bruselas al atardecer y sobrevolamos la costa francesa cuando ya estaba anocheciendo. Es impresionante ver la costa, iluminada con millones de pequeñas lucecitas, desde el avión. El shock vino después, cuando el piloto anunció que la temperatura en Niza era de 28º, a eso de las 22.30... Teníamos por delante unos días muy calurosos.
Trasladarnos del aeropuerto a Niza, para llegar a nuestro hostal fue toda una aventura. Después de esperar durante horas a que pasara el autobús, cuando llegó, aplastadas por un montón de turistas, fuimos incapaces de subir y tuvimos que esperar al último de la noche. Pero ya habíamos aprendido la lección: en Niza imperaba la Ley del Más Fuerte, así que hicimos presión con nuestras mochilas de 12 kg y conseguimos subir en el siguiente autobús.
El paseo que va casi en línea recta desde el aeropuerto hasta la ciudad es larguísimo y bastante espectacular. El autobús acabó recorriendo el Boulevard des Anglais, con sus playas a un lado y los edificios de lujo al otro, el casino, los hoteles... Niza nos causó muy buena impresión desde el primer momento, aunque no parecía tanto un destino de mochileros, sino más bien de adinerados.
La llegada al Hotel Baccarat (se comentará en siguiente actualización) fue difícil. Cuando finalmente bajamos del autobús en la estación del tren, nos encontramos en un barrio donde el 80% de los locales eran sex shops, mucha gente en la calle y poca iluminación. El hotel en sí nos causó mucha mejor impresión, pero ya, cansadas del viaje, cenamos tortilla de patatas que nos habían preparado con cariño las amas y dormirmos profundamente hasta la mañana siguiente.

Esta señal de "Kiss and fly" en el aeropuerto de Niza nos hizo bastante gracia...Después llegaron sus variantes como el "Kiss and drive". Curioso en una señal de tráfico!
Trasladarnos del aeropuerto a Niza, para llegar a nuestro hostal fue toda una aventura. Después de esperar durante horas a que pasara el autobús, cuando llegó, aplastadas por un montón de turistas, fuimos incapaces de subir y tuvimos que esperar al último de la noche. Pero ya habíamos aprendido la lección: en Niza imperaba la Ley del Más Fuerte, así que hicimos presión con nuestras mochilas de 12 kg y conseguimos subir en el siguiente autobús.
El paseo que va casi en línea recta desde el aeropuerto hasta la ciudad es larguísimo y bastante espectacular. El autobús acabó recorriendo el Boulevard des Anglais, con sus playas a un lado y los edificios de lujo al otro, el casino, los hoteles... Niza nos causó muy buena impresión desde el primer momento, aunque no parecía tanto un destino de mochileros, sino más bien de adinerados.
La llegada al Hotel Baccarat (se comentará en siguiente actualización) fue difícil. Cuando finalmente bajamos del autobús en la estación del tren, nos encontramos en un barrio donde el 80% de los locales eran sex shops, mucha gente en la calle y poca iluminación. El hotel en sí nos causó mucha mejor impresión, pero ya, cansadas del viaje, cenamos tortilla de patatas que nos habían preparado con cariño las amas y dormirmos profundamente hasta la mañana siguiente.
1 comentario:
¡¡k interesante chicas!! De todas formas, siempre viene bien k recordeis las tarifas de los sex shop, por se acaso la gente va de visita. Jeje.
Publicar un comentario